¿Estoy salvado?
Lo que Jesús hizo por nosotros con su vida, muerte y resurrección fue el mayor acto de amor de la historia. Nos salvó y, después, se entregó a Sí mismo en la Eucaristía para que pudiéramos estar siempre con Él. Lo hizo por cada uno de nosotros. Individualmente. Pero es fácil sentirse indigno de este don de amor. Podemos sentir que tenemos demasiada carga. Podemos sentirnos poco queridos. Pero Dios no vino a revelarse a sí mismo ante nosotros en un pedestal, vino a sumergirse en nuestra condición desordenada. ¡Sin importar cuán caótica sea! Para prepararnos desde adentro. Para transformarnos desde lo más profundo. Algunos podrían sorprenderse de lo generoso y abundante que es realmente el amor de Dios. No merecemos el amor de Dios, pero esa es la increíble realidad de Su misericordia. Esta relación con Dios no consiste únicamente en nuestro amor por Él. Se trata de su amor por nosotros que cambia nuestras vidas para siempre.